No soy una heroína.
Cada mañana acudo a mi
trabajo, virtual, eso sí. Convoco a un puñado de adolescentes aprendices de la
vida y de la biología. Contesto correos electrónicos de madres y alumnado que
queriendo continuar con su vida cotidiana y con su proceso de aprendizaje
tampoco son personas heroicas. Estas personas y yo estamos confinadas y desde
nuestras casas fortaleza hacemos como que la vida sigue igual.
Cada tarde acudo a la
ópera, a esa que emiten en abierto, porque estos tiempos de virus me han pillado
sin estar tecnológicamente preparada y ni tengo Smart TV. Pero entre las
representaciones musicales virtuales y un incipiente amor también virtual paso
las tardes sin ninguna heroicidad.
Las noches son más
difíciles de pasar cuando el sueño no llega, suerte la mía que existe la
química y ahí sí me ha pillado preparada. Así es que dormir tampoco es ninguna
heroicidad.
En fin, que no soy una
heroína. Sólo soy una mujer corriente que vive en los tiempos del virus, como
tantas otras personas de este planeta…
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