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¿Heroína en los tiempos del virus?




No soy una heroína.


Cada mañana acudo a mi trabajo, virtual, eso sí. Convoco a un puñado de adolescentes aprendices de la vida y de la biología. Contesto correos electrónicos de madres y alumnado que queriendo continuar con su vida cotidiana y con su proceso de aprendizaje tampoco son personas heroicas. Estas personas y yo estamos confinadas y desde nuestras casas fortaleza hacemos como que la vida sigue igual.


Cada tarde acudo a la ópera, a esa que emiten en abierto, porque estos tiempos de virus me han pillado sin estar tecnológicamente preparada y ni tengo Smart TV. Pero entre las representaciones musicales virtuales y un incipiente amor también virtual paso las tardes sin ninguna heroicidad.


Las noches son más difíciles de pasar cuando el sueño no llega, suerte la mía que existe la química y ahí sí me ha pillado preparada. Así es que dormir tampoco es ninguna heroicidad.


En fin, que no soy una heroína. Sólo soy una mujer corriente que vive en los tiempos del virus, como tantas otras personas de este planeta…

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Heroína diaria

Cada mañana nos recibía con un sonoro buenos días y una amplia sonrisa. A mis quince años, las mitocondrias y los cloroplastos me parecían tan cercanos y conocidos como el cuaderno donde anotaba mis descubrimientos científicos y  el lápiz con el que describía mis descubrimientos vitales. Solo con su mirada hacia nosotras y nuestra mirada hacia la pizarra se hacía el silencio que precede a la concentración, al estudio y al trabajo. Éramos treinta adolescentes, a ratos agradecidas y, a ratos descontentas y, a ratos y a veces incluso desagradecidas y maleducadas. Pero ella siempre tenía tiempo, paciencia y sabiduría para nosotras. Era mi espejo, era valiente  y era  ¡científica! Cada mañana conforme entrábamos al aula nos preguntaba: -¿Han dormido ustedes bien? Y nosotras les respondíamos -Sí profesora. ¿Y usted?